El título elegido es tal vez la mejor forma de definir la obra reunida en esta selección, ya que por un lado, el artefacto alude a un elemento mecánico, máquina o aparato, y por la otra, al artificio de su creador para convertir el objeto común en un producto artístico, lo que bien podría resumirse en un juego de palabras: hecho arte (arte-facto). Mario Martín del Campo crea y recrea objetos fantásticos que bien podrían integrarse a una cultura cibernética o de ciencia ficción; en su obra existe un acercamiento a la representación de las máquinas o artefactos autómatas; así bien, podemos encontrar en su pintura la representación tanto del ser humano como de los animales, trabajados mediante una síntesis de líneas y formas que los convierten la posible concepción de robots o títeres, manipulados por la imaginación que hace a la vez la función de titiritero. Su trabajo integra todos los medios tradicionales derivados del arte formal y de las técnicas de orfebrería, así como medios no ortodoxos, dando como resultado un acercamiento entre la realidad y lo imaginario. Objetos tridimensionales en los que los elementos se alian fuera de su contexto cotidiano y se les da una intención distinta, proponiendo en muchos de los casos la resignificación funcional, para hacerlos absolutamente infuncionales en el campo de lo cotidiano, pero que adquieren el carácter de obra artística en el campo de lo estético. Muestra que aborda las habilidades ilusionistas de su creador, y cuyo simple reconocimiento como meras ficciones no nos impide asignarles una veracidad de su existencia, ya que en ellos se pierden las fronteras de lo real y lo onírico mediante los artificios artísticos de simulación empleados magistralmente en una hazaña "leonardezca". Es así como podemos decir que Mario Martín del Campo es un artista que crea obras de arte únicas e irrepetibles mediante una peculiar naturaleza ficcional derivada de su ingenio creativo.